Biografía de Juan Aldama, Biografia Vida y Obra

Como algunos de los otros próceres de la Independencia de México, Juan Aldama pertenecía a una familia pudiente y de ascendencia española, con mucha influencia en las ciudades de Querétaro y Guanajuato.

Nació el 3 de enero de 1774 en la villa de San Miguel el Grande. Al igual que otros jóvenes criollos, ingresó al ejército como una forma de seguir una carrera prestigiosa y que ofrecía ascenso social.

En 1810 se da comienzo a la guerra de independencia, para entonces Aldama contaba con 36 años. En aquella época era viudo padre de dos hijas, y había alcanzado el grado de capitán del Regimiento de Dragones de la Reina.

Como tantos otros súbditos novohispanos ante la decadencia de España en el continente europeo, Aldama compartía las inquietudes por acontecimientos como la invasión del ejército francés en la península ibérica.

Otro hecho que no les pasaba por alto, era la deposición del virrey José de Iturrigaray en Ciudad de México en septiembre de 1808. Y ya desde ese año habían proliferado las tertulias, reuniones secretas y asomos de conspiraciones.

  • Nacimiento: 3 de enero de 1764, San Miguel de Allende, México
  • Fallecimiento: 26 de junio de 1811, Chihuahua
  • Ocupaciones: Militar
  • Años de servicio: 1802-1811
  • Hermanos: Ignacio Aldama
  • Padres: Domingo Aldama, María González
Retrato de Juan Aldama
Juan Aldama

Juan Aldama: Periodo de insurgencia

Tuvo una modesta participación en las dos conspiraciones que precedieron al Grito de Dolores, la de Valladolid en 1809 y la de Querétaro en 1810. Fue por su amistad con Ignacio Allende que participó en ambas conspiraciones, al igual que el padre Hidalgo.

Al fracasar la conspiración de Querétaro por varias acusaciones y delaciones, se habían expedido órdenes de captura para Allende, Hidalgo y Aldama. Al enterarse Aldama de esa orden, salió de San Miguel hacia Dolores para informarles.

La madrugada del 16 de septiembre de 1810, Aldama participó en ese momento inicial de la lucha por la independencia. Y partió, con Hidalgo a la cabeza, Allende y una multitud enardecida y sedienta de justicia.

En medio de aquellos ánimos exaltados la disciplina militar de Allende y Aldama sirvieron para darle a esa multitud un poco de organización en su marcha hacia San Miguel el Grande, Celaya y Guanajuato.

El 28 de septiembre entraron en Guanajuato y las matanzas de españoles y los saqueos fueron inevitables. Apaciguados los ánimos, después de esos desmanes, los jefes insurgentes lograron la reorganización de la multitud y abastecerse.

El 17 de octubre fue la ocupación de Valladolid de manera pacífica y el 22 se reunieron en Acámbaro los principales jefes de armas. En ese encuentro, Hidalgo resultó proclamado líder del ejército y generalísimo.

Le correspondió a Allende la investidura de capitán general, y Aldama, entre otros, recibió el grado de teniente general. Por ello, algunos historiadores han determinado que en esa fecha se formó ejército insurgente, pues se estableció una estructura de mando.

Rumbo a Estados Unidos

El entonces capitán de dragones, se había consagrado como teniente general de los insurgentes. En aquella época avanzaba con otros jefes y un ejército de pocos hombres, que a su vez pasaron por Aguascalientes, Zacatecas y Saltillo en dirección a los Estados Unidos.

La intención, era buscar en ese país, apoyo y armamento. Cuando se dirigían a Saltillo hicieron una parada en Matehuala y allí recibieron la noticia de que el virrey les ofrecía el indulto a cambio de que depusieran las armas y se entregaran.

A pesar de que en ese momento, la situación de los insurgentes era bastante comprometida, rechazaron la oferta del virrey. Llegaron a Saltillo, donde se le encomendó a Ignacio López Rayón la mayor parte del ejército.

López Rayón junto a José Antonio Torres enfilaron sus pasos hacia Michoacán. Por otro lado, los principales jefes y un reducido grupo de insurgentes continuaron su camino hacia el norte. Y era Aldama, uno de los que más insistía, en que debían llegar a la frontera con Estados Unidos.

Era tal su empeño, en alcanzar ese objetivo, que había logrado que a su hermano Ignacio se le nombrara embajador ante el gobierno estadounidense. Por desgracia para ese grupo de insurgentes, el 21 de marzo de 1811 fueron capturados por las autoridades españolas en Acatita de Baján.

De allí los trasladaron a la ciudad de Chihuahua, donde fueron sometidos a juicio militar. El 26 de junio cayeron fusilados Juan Aldama, Ignacio Allende, Manuel Santa María y Mariano Jiménez.

Los cadáveres de Aldama, Allende y Mariano Jiménez fueron decapitados, y sus cabezas junto con la de Hidalgo  fueron llevadas a Guanajuato para ser exhibidas en una jaula. Y así estuvieron durante diez años, hasta que se consumó la independencia.

Aldama ante la historia

Esa fue la aventura vital de Juan Aldama, que pasó de ser capitán del Regimiento de Dragones de la Reina a teniente coronel del ejército insurgente. Su cuerpo reposó en un camposanto de Chihuahua hasta el día de 1824 en que junto con su cabeza fue enterrado bajo el altar de los reyes en la Catedral de Ciudad México.

En esa misma ceremonia también fueron inhumados en cristiana ceremonia los restos de Miguel Hidalgo, Ignacio Allende y Mariano Jiménez. Los restos de Aldama fueron trasladados a la Columna de la Independencia y en 2010 fueron llevados al Museo Nacional de Historia para su autentificación y análisis.

El papel de Aldama en el movimiento insurgente ha sido motivo de reflexión para algunos historiadores. Sobre todo, en cuanto se refiere a los días de la conspiración de Querétaro y a su presencia en Dolores el 16 de septiembre de 1810. Lo que es indiscutible es que estuvo presente en ambas situaciones.

Para algunos, fue meramente circunstancial su presencia en Dolores, porque su participación en las reuniones de Querétaro era bastante moderada. No obstante, hay quienes argumentan que Aldama poseía desde el principio un espíritu muy afín a lo que posteriormente emprendió.

Lo que no es punto alguno de discusión, es que Juan Aldama fue uno de los primeros insurgentes con todos los méritos. Y una buena prueba de ello es que antes de cualquier alzamiento, Aldama y su familia colaboraban con quienes iban gestando la conspiración.

Como si fuera poco, hay quienes aseguran, que sin la presencia de Aldama tanto como la de Allende, por su formación militar, el ejército encabezado por Hidalgo no hubiese podido triunfar en la batalla de Cerro de Las Cruces.